Confieso que he vivido

Muchas veces me han preguntado cuándo escribí mi primer poema, cuándo nació en mí la poesía. Trataré de recordarlo. Muy atrás en mi infancia y habiendo apenas aprendido a escribir, sentí una vez una intensa emoción y tracé unas cuantas palabras semiprivadas, pero extrañas a mí, diferentes del lenguaje diario. Las puse en limpio en un papel, preso de una ansiedad profunda, de un sentimiento hasta entonces desconocido, especie de angustia y de tristeza. Era un poema dedicado a mi madre, es decir, a la que conocí por tal, a la angelical madrastra cuya suave sombra protegió toda mi infancia. Completamente incapaz de de juzgar mi primera producción, se la llevé a mis padres. Ellos estaban en el comedor, sumergidos en una de esas conversaciones en voz baja que dividen más que un río el mundo de los niños y el de los adultos. Les alargué el papel con las líneas, tembloroso aún con la visita de la inspiración. Mi padre, distraídamente, lo tomó en sus manos, distraídamente lo leyó, distraídamente me lo devolvió, diciéndome: ¿De dónde lo copiaste?
Y siguió conversando en voz baja con mi madre de sus importantes y remotos asuntos. Me parece recordar que así nació mi primer poema y que así recibí la primera muestra distraída de la crítica literaria.
Pablo Neruda “Confieso que he vivido”. Memorias.
37 acentos
7 puntos y seguido
2 punto y aparte
1 punto final
1 dos puntos
18 comas
1 guion
1 signo de interrogación